Lanzarote. Sin duda alguna, hablamos de una isla preciosa, magnética e hipnotizante . Probablemente no desprende ese componente salvaje de su vecina Fuerteventura, aunque de algún modo son, sin duda, parecidas.
La sensación que emana la isla, cuando la pisas por primera vez, es que "alguien", en algún momento de su historia, puso orden en aquella tierra. César Manrique tuvo mucho que ver en todo ello.
En lo colombófilo, disfruté como un "enano" en casa de Marcial, y como no, en la charla-comida con colombófilos de la isla en un restaurante situado en una de sus playas. Debatiendo y exponiendo, ellos y yo, diferentes puntos de vista. Encontré lo que fui a buscar a Fuerteventura y me fue imposible hallar. Un bonito día colombófilo y gente con ganas de compartir.
De los viajes se aprende, a conocer su gente, su tierra, y sobre todo, a percibir lo que los lugareños hacen y dejan de hacer, y esa semana que viví en Fuerte y Lanzarote, quedará en mi memoria por mucho tiempo.
Resulta muy fácil en esta vida ser diplomático, pero siempre escogí el camino difícil, prefiero ser yo mismo.
En el ánimo y sentir de mis palabras, siempre impera el construir, jamás, lo contrario. El problema surge cuando el ego de algunas personas, o quizá su ignorancia, sólo ve destrucción en la opinión de los demás, en lugar de una oportunidad para crecer.
El prestigio se lo gana uno, currando mucho, no se te adjudica por vivir en un lugar tan difícil para volar palomas como Fuerteventura o Lanzarote.
PabS.
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