Blog dedicado a la colombofilia. En este diminuto oasis trataré de narrar en primera persona todo lo que el apasionado universo de la paloma mensajera me ha ido mostrando desde aquel lejano 2002. Mis aprendizajes, mis meteduras de pata, mis consejos fruto de mis tropiezos y observaciones, mis logros en lo deportivo, mi búsqueda por construir algo "diferente", y en definitiva una forma muy particular de percibir y transmitir este mágico arte. Gracias por leerme otra vez.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Articulo recopilado de la revista NOVA COLOMBOFILIA.
Este último verano, en compañía de buenos amigos, pasamos parte de mis vacaciones en un viaje por Francia, Bélgica y Holanda. A las facciones gallega (mi mujer Tere y yo) y asturiana (Susana y Adriano Cadrecha), se unieron Patricia y Christophe Corset, de Brioux sur Bouttonne, un pequeño pueblo francés de la región de Deux Sèvres, en una especie de G-3. Nos reímos mucho cuando al final de la “tournée”, éramos ya, de facto y por efectos de la globalización, todo un G-8 colombófilo.
La visita a la “Marais Poitevin” de Magné, la llamada Venecia verde francesa, a Brujas, también nombrada como la Venecia del Norte, a Ámsterdam o al Norte de Holanda justificó totalmente nuestras expectativas y las muchas horas de carretera. Pero tranquilos que no voy a hablaros de las bondades turísticas de esas zonas, de sus quesos, vinos o paisajes. Como ya os podréis imaginar, ocultas intenciones colombófilas subyacían detrás de todo este tinglado turístico, ¡cómo no! Siendo honesto, incluso diría que toda la programación estuvo secretamente diseñada en base a la localización de todos y cada uno de los palomares que nos proponíamos visitar. ¡No esperaríais otra cosa!
Una cierta expectación se generó entre mis amigos colombófilos: ¿Qué viste? ¿Qué había? ¿Cómo hacen? ¿Y las palomas?... Y Mallo, el director de la revista, que venga, que tienes que escribir algo… Y bueno, en eso estamos, que, efectivamente, algunas cosas para contar en clave colombófila, claro que hay.
Lo primero que tengo que subrayar es la cordialidad sin reservas y la hospitalidad apabullante que nos mostraron todos ellos, desde el primero que visitamos hasta el último, desde Maurice Borgers a Ton Vertelman, pasando por Marc y Patrick Schreurs, Hugo Bogaerts, Edmond Denis, Jac Pansters, los hermanos André y Piet Kuypers, Jan Theelen y Piet van Doorn, pero hay que decir que no íbamos a casa de ningunos desconocidos, pues no en vano Susana y Adriano cultivan su amistad desde hace ya bastantes años. Y la colombofilia, como bien nos había dicho Maurice cuando en el 2001 hizo un viaje como el nuestro pero en sentido inverso, la colombofilia te puede abrir muchas puertas, es un puente para la amistad.
La impresión general fue la de estar delante de grandísimos colombófilos. Colombófilos austeros, rigurosos, minuciosos y serios, que transpiraban colombofilia por todos sus poros, reconcentrados en la actividad, tremendamente ordenados, con todo bajo control, con los objetivos clarísimos, que practican una colombofilia simple, sin complicaciones, con apenas tres o cuatro productos complementarios en el zurrón (ajo, vinagre de manzana, piedra de picar, Naturaline), casi ni vitaminas, nada de medicamentos preventivos excepto para tricomonas al inicio de la campaña. Espartanos hasta el límite, sin mostrar piedad alguna con débiles o enfermizos, ni admitir excepciones a la hora de las exigencias deportivas. Colombófilos de rasqueta y genuflexión (como gustaba decir D. Antonio Lago Fornos), con instalaciones eficaces, normales, a imagen y semejanza de sus dueños, incluso diría que “humanas”, totalmente alejadas de la imagen “moderna y supersónica” que a veces se nos presenta de las estaciones de cría mas comerciales. Tuve la misma impresión que cuando hace 30 años tomé contacto con los colombófilos de Vigo, gente en su mayoría humilde y sencilla pero que, rezumando excelencia por los cuatro costados, estaban escribiendo, de aquella, una página de colombofilia de altísimo nivel.
Las palomas que pusieron en nuestras manos, excelentes todas ellas, reforzaron mi opinión de que aquí en Galicia tenemos, también, unas palomas magníficas.
Y si las palomas no me hicieron desmerecer a las nuestras, si los palomares me parecieron sencillos, sin complicaciones, y si los colombófilos me recordaban al Rubio, a Panete, a Suso, a Cea, a Pepe Villar, a Adolfo, a don Antonio o a los hermanos Conde de aquella época, ¿en donde radica entonces, si la hubiese, la diferencia?
En lo estrictamente colombófilo, no hubo sorpresas porque, como era de prever, no existe piedra filosofal que transmute la paja en oro. Sólo las mismas claves que aquí y que en cualquier otra parte: buenas palomas, instalaciones correctas y colombófilos inteligentes que trabajan, trabajan y trabajan. Dura y tenazmente. ¿O acaso esperabais otra cosa? Bueno, se podría mejorar un poco el análisis si nos preguntásemos cómo consiguen las buenas palomas… Para ello, aparte de la perspicacia y de la sagacidad, aunque parezca obvio, que no por obvio es menos evidente, la primera condición “sine qua non”, sería la de quedarse sólo con las palomas buenas. Mejor dicho, con las palomas excelentes, porque las buenas no valen, sólo progresamos con las excelentes. En alguno de estos palomares constaté cómo se llevaba a cabo ese viejo proverbio colombófilo que dice que el mejor secreto es… una navaja bien afilada. Lugares en donde palomas llegadas del Barcelona ¡el segundo día! eran echadas al saco de la basura por no haberse clasificado en el 25%. Ésta podría ser una primera diferencia. En mi modesta opinión nuestra colombofilia está lastrada por el dichoso 100% en control. Ellos, que deben al sistema de apuestas buena parte de su éxito, sólo valoran aquello que está arriba, que gana la apuesta. Cuando no consiguen estar en el listado de los 100 primeros del Barcelona, ¡hasta se les antoja un pequeño fracaso!
Dejando a un lado la idiosincrasia de cada cual y salvando la enorme disparidad de recursos, otra de las diferencias entre nuestras colombofilias creo que radica en el nivel de implantación social y en su altísimo grado de competencia. Nada que ver las 852 palomas que nosotros llevamos este año a Cartagena (un muy buen número, con todo) con las 27.669 del Barcelona internacional. Nos decía Maurice que hasta que no consiguiésemos encestar un mayor número de palomas en las sueltas del gran fondo, los porcentajes de llegadas iban a ser necesariamente pobres: un ataque de halcón, por ejemplo, puede deshacer el bando al poco de comenzar la prueba y obligarlas a volar buena parte del trayecto en solitario. Y por mucho mérito que esto tenga, no ayuda en absoluto a que aumenten las llegadas.
La estricta selección que practican y la especialización deben entrar también en el análisis. No hay distracciones de ningún tipo: gran fondo, gran fondo y gran fondo. Los hermanos Kuypers hicieron pasar por nuestras manos, entre otras, a las dos últimas hembras que habían pasado a la reproducción, ambas con 9 sueltas de gran fondo, -perdón-, con 9 premios de cabeza en sueltas de gran fondo, realizados durante 5 años consecutivos. Y esto, claro, son cosas que imprimen carácter a una colonia. Y no me digáis que sus kilómetros no son como los nuestros. Nuestro referente similar podría ser la Furia, la mítica Furia, una paloma a la que su dueño, José Luís Cea, hizo volar durante 3 años consecutivos las 4 sueltas de fondo-gran fondo de cada temporada, además de las previas de preparación, resultando cuarta, primera y primera en los concursos de as-paloma en los que participó. Éste es un buen método para que no haya lugar a dudas. Una paloma como ésta no puede dejar indiferente a nadie. Inmediatamente, claro, todos los socios del club (yo diría, que de Galicia) recibieron una buena transfusión de su generosa sangre. Y, por supuesto, dimos un grandísimo salto colectivo de calidad. Siempre me sedujo la historia paralela que se vivió en Vigo y Holanda en las épocas donde los Bourges y los Limoges se llevaban los titulares de la prensa especializada belga, mientras ellos seguían insistiendo, con cabezonería, en las largas y exigentes sueltas del gran fondo. Ya veis que no sólo hay diferencias, hay también muchas similitudes. Al menos en algunos momentos de nuestra historia.
Otro aspecto diferenciador pude observarlo en un aspecto básico pero que nosotros olvidamos con frecuencia. Y hay que ponerlo de nuevo en evidencia para ver si de una vez por todas nos lo quitamos de encima. Se trata del hacinamiento. Podéis creerme cuando digo que donde Ton Vertelman (1º internacional de Perpiñán hace dos años, 5º internacional de Burdeos éste como referencias mas próximas) donde aloja 30 palomas de vuelo (15 parejas al natural) tengo visto por aquí hasta 200 en el de algún buen amigo. Pero seguro que esto vamos a ir solucionándolo.
Los métodos de manejo eran variados pero siempre con un mismo denominador común: la sencillez y la simplicidad. Desde el natural que adoptan Marc Schreurs y Ton Vertelman hasta la viudez clásica de Jan Theelen, la viudez total de Piet van Doorn o el método mixto de los Kuypers. Por este lado, poco hay que decir.
Me extenderé algo más en el sistema de Marc y de Ton, por ser similar al que por aquí suele practicarse. Tanto uno como otro me dejaron, francamente, impresionado. Ambos coinciden en una cosa: en no mezclar las palomas que van a volar gran fondo con las de un año. Ya se sabe que los adolescentes son ruidosos, desafiantes y que gustan del botellón, compañía poco propicia para atletas que deben estar tranquilitos, descansados y con mas bien poco ruido a su alrededor, pues cualquier dispendio innecesario de energía suele pagarse caro en los concursos. Entrenan por tanto dos equipos, el de jóvenes, que afrontará un programa de formación y selección, y el de viejas, que volará, como primera opción, Barcelona y Perpiñán. Cuando llegamos a casa de los Vertelman, el palomar de jóvenes estaba vacío: la campaña había acabado y sus ocupantes ya habían sido incorporadas al -exactamente igual- palomar de viejas. 15 parejas en total, ya os había dicho. Marc emplea un sistema muy ingenioso para hacer sin traumas este mismo trasvase: saca los viejos del palomar, les cierra sus nidales y mete a los jóvenes supervivientes en su nueva ubicación, en donde deja abiertos los nidales de las palomas perdidas. Una vez ponen huevos, al cabo de 15 o 20 días, los viejos vuelven del aviario y los conflictos territoriales acostumbran a ser escasos. Hay también otra diferencia significativa entre ambos. Mientras Marc mantiene los sexos separados durante las sueltas de puesta a punto antes de abrir nidales para el Barcelona, a donde van con pichones de 3 o 4 días, Ton tiene a machos y hembras juntos en el palomar durante todo el año, con los nidales cerrados, como se hacía en Vigo hace años (más analogías), dejándoles anidar, también, antes de ir al Barcelona.
Y para acabar, algunos detalles más, de interés, sobre el método de Marc Schreurs, que, como sabéis, vuela en tandem con su mujer e hijas con el nombre de “Schreurs-Hauben”. Antes de la temporada de concursos, vacuna contra paramyxovirosis y visita al veterinario para ver si todo está en orden. Un par de veces por semana añade en la bebida dos cucharadas de vinagre de manzana por litro de agua y mezcla aceite de ajo y levadura de cerveza con la comida. Apenas usa vitaminas aunque sí Naturaline. Solamente trata contra tricomonas unas semanas antes del Barcelona. Igual que hacía Maurice Borgers, una vez que finaliza la campaña, recluye en aviarios a las hembras de vuelo donde permanecerán todo el invierno hasta bien entrada la siguiente temporada deportiva. A pesar de esta reclusión, cuando comienza el programa de preparación, los fines de semana van directamente de los aviarios a la cesta y sólo un mes antes del Barcelona regresan al palomar para ser apareadas y poder concursar con pichones de 3 o 4 días.
Sus palomas viejas, tanto machos como hembras, vuelan 2 concursos de gran fondo cada año, normalmente Barcelona y Perpiñán, o Pau y Tarbes o Marsella, con todos los kilómetros previos que crean necesarios para su puesta a punto.
Las palomas de un año, en cambio, no hacen más que un concurso de 700 Km., porque piensan que podrían acabar con su carrera deportiva si las hiciesen volar desde más de 900. Esto lo dicen con conocimiento de causa pues antes solían enviar a sus jóvenes hasta St. Vincent (970 Km.) Ahora, con la autoridad que les da la experiencia, opinan que, “para saborear el placer de recibir palomas viejas, no deben de volar demasiado cuando son todavía jóvenes”.
A los pichones los entrenan hasta 5 veces desde 120 Km.
Y eso es todo, amigos.
Saludos.
(Cangas, Octubre de 2009.)
Pepe Pereiro Francés.