sábado, 5 de noviembre de 2016

Casi nunca es lo que parece. El gran Jappeloup.


  Existen  historias que nos demuestran a menudo lo lejos que podemos llegar  a estar de acertar en nuestros pensamientos, convicciones y pronósticos.
Muchos colombófilos se dejan llevar por teorías que en el mundo de los pragmáticos no dejan de ser, en el mejor de los casos, simple papel húmedo.
Se cuentan por cientos, miles, las historias de animales que demuestran cuán equivocado podía llegar a estar su criador. 
En lo personal tengo mis propias teorías, pero son frutos de lo que vi y volví a ver, pero ninguna de ellas alcanza el calificativo de ley. Simplemente son experiencias, pero afortunadamente éstas no son suficiente. Abundan enormemente las excepciones.
Llegado el caso sería muy pretencioso por mi parte, muy osado, y si por algo me caracterizo, al margen de dar por momentos una imagen equivocada a algunos lectores que se asoman por aquí, es por ser fuente inagotable de realismo. ¿Ambicioso? Naturalmente que si. ¡Quiero más!. Ese debe ser el motor que nos conduzca a situaciones y satisfacciones no imaginadas ni en nuestras mejores cartas a los reyes magos.
Hay colombófilos que descartan a la mano. Esto, salvo que haya una tara física notable o un problema de salud no entra en mis planes. Mi lema es si puede volar, puede hacerlo. No debemos menospreciar esa extraordinaria cualidad que no se ve, que es capaz de convertir a animales aparentemente limitados en  otros extraordinarios y únicos. Animales de leyenda.
Cuando analizo mis pichones y dado mi parcial conocimiento sobre ellos, puedo hacerme una idea aproximada de cuales destacaran y cuales no llegaran muy lejos. Esto es una simple estimación,  aunque  dotada de más aciertos que  errores, pero no podemos caer en la tentación de creer ver más allá de lo que nos permiten nuestros ojos. Hay cosas que hay que dejarlas a la cesta, empecinada constantemente en llevarnos la contraria. 
¿Defectos? ¿Quien no los tiene? Si algo he aprendido durante todos estos años es que una cosa es el prototipo de paloma que el colombófilo anhela  y otro lo que realmente la cesta depura. La diferencia no es baladí. Lo que diferencia a los dos tipos de colombófilos que existen en nuestro universo de plumas es que si bien unos no imponen sus criterios sobre la cesta sino que recogen lo que ésta deja, otros viven una eterna guerra tratando de corregir toda esa información  que la puñetera cesta les va susurrando. Hay que saber escucharla. Con la única que hay que ser totalmente humilde es con ella. Con la cesta.

Hoy os acerco otra historia de caballos. Podría estar hablando de palomas. No hay diferencia para lo que trato de resaltar. La historia de hoy se desarrolla en el salto de caballos.
El salto es una disciplina dentro de la equitación que consiste en un acontecimiento sincronizado juzgado en la capacidad del caballo y del jinete de saltar sobre una serie de obstáculos, en un orden dado. Esta disciplina es una de las más populares de los deportes ecuestres y la más usada por los jinetes de hoy en día, además es la más moderna especialidad del deporte ecuestre, que ha venido a convertir al deporte clásico de la equitación en un deporte espectáculo.
 El protagonista de esta singular historia es un caballo que no refleja en una primera impresión lo que realmente llevaba escondido dentro. El extraordinario Jappeloup.
Jappeloup fue un caballo con el que Pierre Durand escribió una de las  más brillantes páginas de la equitación francesa. Con él gano la medalla de oro en las Olimpiadas de Seúl de 1988 y formo parte del equipo de Francia que ganó el oro en los JEM de Estocolmo de 1990, al margen de ganar inumerables pruebas de su época. 
Un ejemplar extraordinario. Al margen de sus resultados ¿que hacia especial a Jappeloup?. 
Nuestro amigo fue un caballo atípico para el desempeño en los concursos de hípica. Si nos hubiéramos ceñido a su aspecto y cualidades físicas hubiera sido descartado desde sus inicios. Hablamos de un caballo de 1, 57 metros, y su origen no auguraba nada especial. Hijo de Tyrol II, un mediocre trotón francés y de una pura sangre de carreras llamada Venerable.

Jappeloup nació el 12 de marzo de 1975, en la granja ecuestre de Henry Delage, su antiguo dueño. Henry Delage destina a Jappeloup a correr saltos con Françoise Terrier-Thuault que muestra las aptitudes del pequeño caballo para esta disciplina. Años después, Henry Delage, presenta a Jappeloup, con 4 años, a Pierre Durand. Este jinete decide no probarlo, ya que , en sus propias palabras,  era "muy pequeño" , y que eso no le permitiría hacer una carrera internacional.

Un año después, Pierre Durand decide pensarse otra vez la propuesta de comprar a Jappeloup al verlo saltar en competición. Quedó impresionado de sus cualidades, se lo compró a Delage y lo llevó a sus cuadras de Saint Seurin.

El caballo era desobediente y con gran carácter, pero poseía una extraordinaria capacidad para el salto. 

A los 6 años compite en Fontaineblau y queda 10º realizando algunos recorridos muy llamativos. Pierre Durand trabaja a conciencia a su castrado negro pues presenta un carácter complicado: sin duda se entremezclan su sangre de trotón y purasangre.
 A  los 7 años gana el campeonato de Francia sin hacer una sola falta en los tres días de competición y ya indica que va a tener proyección internacional.

Efectivamente el caballo, siempre con Durand, gana numerosas pruebas en CSI y CSIO. En 1984 es seleccionado para la olimpiada de Los Ángeles pero JAPPELOUP se para en un obstáculo, su jinete se cae quedándose con la cabezada en la mano y el caballo se escapa. Estas imágenes fueron televisadas y se vieron muchas veces en todo el mundo. Muchos aficionados franceses criticaron la inclusión de JAPPELOUP en el equipo olímpico y adujeron que un caballo de sus características no era olímpico. Se equivocaban.
En 1986 consigue muchas victorias, queda 11º en la Final de la Copa del Mundo y es finalista en el campeonato del Mundo y aunque Durand queda 4º para muchos JAPPELOUP fue el mejor caballo de la Final. Por equipos colabora a la medalla de bronce de Francia.

En 1987 gana el campeonato de Europa a nivel individual, si bien ya dos años antes había quedado 9º, y consigue la plata por equipos. Este mismo año también gana el Gran Premio de La Baule.

En 1988 gana la medalla de oro individual en la olimpiada de Seúl y el bronce por equipos, asimismo quedó 6º en el Gran Premio de Aachen y 2º en la Final de la Copa del Mundo.

En 1989 gana la medalla de plata por equipos en el campeonato de Europa y queda 6º a nivel individual.

En 1990 gana la medalla de oro por equipos en el campeonato del Mundo de Estocolmo y queda 18º individualmente. Este mismo año queda 2º en la Final de la Copa del Mundo y gana el Gran Premio de Roma.

En 1991 gana muchas pruebas importantes y es 3º en el Gran Premio de Rótterdam y 6º en el de Calgary.
Como se puede deducir facilmente nuestro amigo tuvo una carrera deportiva excepcional que encumbró a Pierre Durand. Bien hizo Pierre Durand rehusando las grandes ofertas de compra que siempre le hicieron por su pequeño animal.
 No tenía el físico de un caballo de salto de obstáculos, pero aún así ganó los Juegos Olímpicos, con el jinete francés Pierre Durand, en 1988 y muchos más premios. En 2013 se hace una película en su homenaje.
Esto debería ser suficiente para demostrarnos que nosotros no podemos ver más allá. Nos debemos limitar a prepararlos como los ángeles. El resto lo hacen ellos. Y algunos lo hacen con cualidades que una mano no puede tan siquiera  imaginar.  

Pabs.