Lo primero de todo, sería más que deseable disponer de buenas instalaciones, que serían aquellas en las que las palomas se encuentren sanas, felices y saludables, y desde luego no aquellas otras donde se os enfermen, con la necesidad de tener que añadir "pócimas mágicas" en sus bebederos cada dos por tres, para arreglar desequilibrios que nosotros mismos hemos provocado. Muy importante en este sentido el número de animales que alojamos en su interior.
En definitiva, tras cuatro paredes en las que nuestros animales respiren oxígeno en lugar de amoniaco (por ejemplo), "sólo" hay que introducir buenas palomas en su interior. Dos axiomas sencillos de plasmar en un párrafo pero algo más complicado de conseguir en la práctica.
Tras eso, hay otros dos pilares que se me antojan cruciales. Uno es el sistema, el manejo, lo que vamos a pedirles y cómo lo vamos a hacer. El otro, que es el tema que centra nuestro interés de hoy, es el cómo las vamos a "llenar", la alimentación. Tema absolutamente crucial.
Hay muchas formas de alimentar, pero sólo una buena ,y es aquella que permite a la paloma darlo todo y volar en plenitud con un depósito adecuado para ese viaje que podría ser el último de su vida.
El palomar es el marco ideal donde desarrollar nuestra afición, por tanto debe ser uno apto. Las palomas deben ser de calidad superior, cuanto mejores y más seleccionadas, más taparan nuestras propias carencias. El sistema es básico para afrontar con éxito la temporada. Tratando de medir los esfuerzos en lo emocional y lo físico. Y en esto último, resulta fundamental la alimentación. Somos lo que comemos. Más allá de esa frase que esconde una gran verdad, en el mundo del deporte esta variable se me antoja definitiva.
Resumiendo: En colombofilia son cientos de situaciones las que manejamos. Constantemente cometemos errores. El que menos se equivoca, el que más sencillo lo hace, el que no martiriza a sus animales más de la cuenta, el que alimenta en consonancia con lo que les pide, el que las entrena de verdad, etc...ése está un peldaño o dos por encima de los demás.
Para ponernos en situación. Os dejo con la primera parte de la Alimentación en la colombofilia de José Pereiro Francés perteneciente a su libro “Lidando con pombas”.
Alimentación en la colombofilia.
Del libro
“Lidando con pombas”
José
Pereiro Francés.
Todos los días cogemos el balde de comida, vamos a donde tenemos los sacos y contamos una, dos, tres medidas… En cuanto nos acercamos al palomar ya percibimos en la distancia la inquietud de las palomas. ¡Venga, vamos, a comer! (siempre les hablo y a veces hasta me parece que me comprenden). Aunque desde fuera pudiese parecerlo, no les damos de comer de manera irreflexiva. Ahora que es invierno y la muda ya finalizó sin contratiempos, ya hemos dejado de ofrecer la mezcla específica que ofrecemos para conseguir una buena renovación de la pluma y es necesario eliminar el exceso de peso que en mayor o menor medida siempre acumulan los voladores en esa fase de comida generosa, así que añadiremos un suplemento de cebada durante un tiempo para que así afronten los primeros entrenamientos, con un peso mas acorde a su condición de atletas. Y así, durante las diversas fases del juego iremos modificando la dieta, ofreciendo más o menos maíz, más o menos guisantes, según sea nuestra forma de pensar sobre cómo conducir la colonia.
Para ir desentrañando el tema, diremos que manejamos la alimentación de nuestras palomas para que gracias a una correcta nutrición, estén en condiciones de soportar el grandísimo desgaste que suponen sus largas horas de regreso, las exigencias de la cría o para conseguir una mejor y mas rápida recuperación después de los concursos, todo ello, siempre, sin repercusiones negativas para su organismo.
Me gusta decir que la colombofilia es un deporte de alta competición. Cuando se lo digo a mis amigos, gente ajena a nuestro deporte, se sonríen condescendientes convencidos de que se trata de una licencia verbal, de estilo. Pero nada más lejos de la realidad. Nuestros “Ferraris” necesitan que todos los lances del juego estén perfectamente controlados. Malo sería que una tuerca de alguna rueda estuviese mal apretada, tal y como le pasó a Fernando Alonso. Los ganadores siempre resultan ser los que menos errores cometen. Y la alimentación es uno de los reglajes inevitables.
En esta introducción ya salieron dos términos que, para ser rigurosos, tendremos que definir. Por un lado, el concepto de alimentación, el hecho de alimentar, de ofrecer alimentos, algo que elegimos a voluntad siguiendo nuestro propio criterio (más o menos maíz, más o menos guisantes). Por otro lado está lo qué conseguimos cuando alimentamos: una nutrición más o menos correcta. La nutrición es algo universal e involuntario, común para toda la especie. Se refiere a las transformaciones que sufren los alimentos en el organismo para poner a disposición de éste a los llamados nutrientes, esos elementos necesarios para mantener las funciones vitales y la salud.
Hay varios grupos de nutrientes y todos tienen que estar en las concentraciones adecuadas. Pueden ser motivo de enfermedades (incluso de muerte) si estuviesen en exceso o si fuesen deficitarios. Son los minerales (calcio, fósforo, magnesio, cloro, potasio, sodio y azufre), los oligoelementos o elementos traza, que están en cantidades ínfimas en el organismo (cromo, hierro, yodo, flúor, manganeso, cobre, cromo, cobalto, mobdileno, selenio y zinc), las vitaminas (A, complejo B, C, D, E, K), los llamados principios inmediatos (azúcares, grasas y proteínas) y el agua.
Además de otras muchas funciones vitales, los principios inmediatos tienen un importantísimo cometido como depósitos energéticos. Tanto los azúcares como las proteínas pueden proporcionar hasta 4 kilocalorías de energía por cada gramo que entre en combustión, mientras que las grasas tienen una capacidad energética mucho mayor: 9 kilocalorías por gramo.
Cuando las palomas salen del camión y comienzan a volar, van a obtener la energía que precisan de la combustión de los hidratos de carbono simples (azúcares) en el interior de sus células. Es una combustión fácil y “poco contaminante”. Pero su depósito es escaso (glucógeno hepático y muscular) y en poco tiempo se va a quedar agotado. Cuando el trabajo muscular persiste, si la carrera se prolonga, es necesario acudir a la despensa energética más abundante de su organismo, la de mayor capacidad calórica, es el momento de echar mano de las grasas. Esto va a permitirles realizar un volumen de trabajo mucho mayor. El problema es que de su uso se derivará la aparición de la acidosis, una especie de “contaminación” del medio interno.
El manejo de estos fundamentos tiene su importancia cuando nos enfrentamos a la planificación de una carrera. Tenemos que prever cual va a ser la carga de trabajo (kilómetros, tiempo atmosférico) para estimar cuál será el requerimiento energético de la prueba y proporcionarles, en lo posible, la dosis justa de combustible que se va a utilizar. Siguiendo con el ejemplo de la Fórmula 1, si cargásemos demasiada gasolina en el depósito para una carrera rápida, la velocidad de crucero sería necesariamente más lenta por llevar mas peso del debido. En el caso de nuestras palomas, se retrasarían inevitablemente. Al contrario, si cargásemos menos de la que va a necesitarse en una carrera trabajosa, el agotamiento aparecerá antes de llegar al destino y no es que se esfumen las probabilidades de pelearse por los premios, es que podemos comprometer incluso las posibilidades de llegada. En colombofilia no hay repostaje.
En estos casos extremos, cuando todavía no se pudo llegar al palomar y se agotaron totalmente las fuentes energéticas habituales (hidratos y grasas), la voluntad y la determinación de las palomas “extras” van a ser capaces de echar el resto y, utilizando la energía que se esconde en su propia estructura corporal, realizarán un último y agónico esfuerzo para llegar. Aunque eso signifique poner su vida al borde de abismo. Esta es la tremenda valía que tan bien conocemos de nuestros incomparables animales.
Haciendo un símil, los hidratos de carbono vienen a ser como el dinero que llevamos en la cartera, con el que pagamos, por ejemplo, un café. Si la cantidad que tenemos que pagar es mayor que la que llevamos encima y no nos llega, pues sacamos la tarjeta de crédito, las grasas de nuestro cuento, y también pagamos. Sólo en aquellos casos en los que tenemos una gran deuda y estamos en una situación desesperada echamos mano de nuestra hacienda y vendemos la casa u otras propiedades para poder salir del apuro. En nuestro caso, en esas situaciones de extrema necesidad que decíamos, es cuando se va a utilizar la capacidad energética de las proteínas estructurales de nuestras voladoras.
Cuando acaba la carrera, ya con las palomas en el palomar, tiene el colombófilo otra tarea bien delicada: propiciar una buena y rápida recuperación. La siguiente carrera ya está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo podremos ayudarles? ¿Qué les daremos de comer para que se recuperen mejor? Pues depende. No están los animales en la misma situación después de una carrera rápida que después de una más exigente, con viento de pico, por ejemplo. No tienen las mismas necesidades las primeras palomas, que en pocas horas parecen estar para otra, que las que llegan tarde, desfondadas, comprometidas en su estructura mas íntima por haber echado mano de esa reserva de la que hablábamos. Por supuesto que la capacidad individual para superar los esfuerzos repetidos es una de las claves de la selección en nuestro deporte pero no siempre ocurre que las que un día llegan tarde son animales mediocres, pues bien pudieron haberle sucedido una multitud de circunstancias adversas durante el viaje, y tenemos la obligación de asistirlas. Ya llegará el momento de las cuentas definitivas.
Dejando aparte ajustes finos, esquemáticamente, podríamos decir que hay tres tareas urgentes en las llegadas. Por un lado tenemos que proporcionar a nuestras palomas alimentos de rápida asimilación digestiva para que tengan acceso con urgencia a su energía. La glucosa y la fructosa son dos hidratos de carbono simples (monosacáridos) que se absorben enseguida en los tramos altos del aparato digestivo y que van a ser utilizados como combustible de forma casi inmediata. Sin ningún tipo de transformación metabólica son capaces de remediar perfectamente esa situación. Podemos encontrar glucosa y fructosa en cualquier establecimiento del ramo, o en farmacias, pero también están presentes en productos complementarios ampliamente utilizados desde hace muchos años en colombofilia: tanto la miel como la zanahoria las contienen en concentraciones elevadas y dan un rendimiento excepcional como recuperadores.
El segundo objetivo urgente en las llegadas es proporcionar agua. Durante muchos años he ofrecido agua con glucosa y electrolitos en las llegadas, pero hace ya tiempo que no los utilizo. Tardé en darme cuenta de una evidencia incuestionable, del hecho de que las palomas no sudan y por lo tanto no pierden tantas sales como me imaginaba durante el ejercicio. Mucho me temo que la situación metabólica en la que llegan de los concursos duros de fondo sea precisamente la contraria, la de lo que se da en llamar “deshidratación hipernatrémica”, de pérdida de agua pero con un exceso de concentración de sodio en el medio interno, situación que empeora, incluso, en las sueltas de mucho calor. Recientemente hemos leído comunicaciones en este sentido (1), pero me gustaría poder tener acceso a trabajos científicos serios sobre el tema para tener una opinión menos intuitiva y más cabal. Otra situación bien distinta es la necesidad de estas soluciones hidratantes en casos de diarreas, y otra cosa, también, es que pocas horas después de las llegadas, en una segunda fase de recuperación, las palomas deban tener acceso a distintos minerales para poder restañar una parte del íntimo quebrantamiento que sucede tras el esfuerzo realizado, pero no en las críticas primeras horas tras las llegadas.
Por último, la tercera de las urgencias sería la de revertir la situación de acidosis metabólica en la que su organismo está sumido tras horas de duro trabajo muscular. Aunque el acceso a las fuentes rápidas de energía (glucosa y fructosa) va a repararlo en buena parte, pienso que la administración de un poco de bicarbonato en el agua de bebida puede resultar de muy buena ayuda para acelerar la vuelta a una situación de equilibrio.
Resumiendo, agua, miel, una pizca de bicarbonato… y un poco de limón, ese magnífico antiséptico natural que también nos va a proporcionar antioxidantes en ese crítico momento, pero… cuidado con la sal.
(Primera parte. Mañana la segunda...)
Pabs.