domingo, 3 de septiembre de 2017

Con la soga al cuello.


   Hoy seré breve. El tema por otra parte, merecería un profundo análisis, y muchas opiniones de algunos de sus protagonistas. Nuestro deporte lo merece, pero no seré yo el que llegué hasta el lodo. Esa gran aventura nos corresponde a todos y especialmente y muy por encima de los soldados de la colombófila, atañe a nuestros generales, los federativos.
Ya escribí hace unos meses un artículo titulado: “La colombófila se muere...”.
Dentro del pesimismo de éstos y aquellos párrafos, creo que siempre habrá colombófila. Estoy convencido. Tan sólo que será diferente. Donde antes había 100 serán 10. Siempre habrá alguien que saldrá por la puerta de su casa un soleado sábado cualquiera con sus jaulas apilonadas en la parte trasera de su furgoneta dispuesto a darles un buen entreno a  sus palomas, a esos animales que representan una ilusión poco inteligible para la mayoría de los mortales.Tras eso, un buen desayuno con otros compañeros de afición. Una visita. Sí, siempre habrá colombofília.

  Hoy os acerco un artículo de Domingo Mario Díaz Acosta extraído de la publicación  La Voz de Gran Fondo. El análisis corresponde al lustro comprendido entre los años 1998-2002.
Sorprende en una primera visión, que haya comunidades que suban y otras que bajen, pero el saldo es a favor con casi 150 colombófilos más en el año 2002. No lo esperaba.
¿Qué ha sucedido?. Todos tenemos muchas respuestas, todas ellas válidas, pero lo que es incuestionable es que desde ese año 2002 hasta hoy, la caída ha adquirido tintes dramáticos.
En el mundo animal se afirma que una especie está en peligro de extinción cuando todos los miembros vivos de dicha especie están en peligro de desaparecer. Por ahora, estamos a salvo. 
Más importante es el concepto: Estado de conservación.
Que es un  indicador básico de las probabilidades de una especie siga existiendo en el corto y medio plazo. 
Aquí si que se nubla un poco nuestras expectativas. En una analogía nuestro problema como especie sería que no nos reproducimos, y ante tal panorama, somos un deporte integrado por muertos vivientes. 

Observando detenidamente el cuadro, me interesaría tener la fotografía completa, desde el año 2002 hasta hoy. Estos últimos 15 años han sido decisivos.
No creo que nuestra sociedad haya mutado tanto desde aquel año 2002. Varias posibles causas ya conocidas. Nuestra colombófila no se rejuvenece, por lo que la estadística reflejada no era real. Me explico, no era real, porque la media de edad era elevada y eso no se desprende en esos datos, pero si sorprende que hubiera más altas que bajas. Habría que analizar en qué comunidades y el porqué hoy no se producen esas nuevas entradas
Si la media de edad es tan elevada y no entran caras nuevas el veredicto es claro. Aquí reside el problema. No en las bajas puntuales, no en los fallecimientos, sino en que no hay "bebés" colombofilos.

No seré yo el que arregle el mundo, a buen seguro que no, pero debemos hacer de la colombófila algo atractivo, y no un nido de serpientes. Y en nuestras manos si que hay aspectos que se podrían modificar. Muchas de las normas son del pasado, de cuando no había un peligro real por desaparecer. Hoy jugamos con fuego.

 En la mañana de hoy, echo un vistazo a nuestra web de la Federación Nacional. La vida sigue igual. Clasificaciones nacionales pendientes de publicar, ojo, a 3 de Septiembre. Y una revista mal titulada, En forma , que en su inauguración pareció ser, por fin, una brisa de aire fresco, y hoy se ha quedado seca y deshidratada. 
Estoy de acuerdo en que no todas las causas de las bajas de colombófilos recaen en nuestros dirigentes, naturalmente que no, pero éstos, a igual y semejanza que sus mayores, nuestros políticos, no han estado a la altura a lo largo de los tiempos. Y si lo han estado, su labor ha pasado desapercibida. Moriremos de inanición. 





Pabs