jueves, 7 de septiembre de 2017

El paso de los años. El "Dolle", el "Barcelona", el "Vlekje", el "GoedeBlauwe".

   La erosión del tiempo, el paso de los años lo revolucionan todo. Aquello que parecía imposible e inalcanzable, finalmente sucede y se transforma en algo tan cotidiano como nuestro café matutino. El acceso a sangre azul, a buenas líneas de palomas en el pasado fue plato a degustar por unos pocos privilegiados. Para muestra un botón, en ocasiones, se llegaban a construir  reinos enteros teniendo como punto de partida una paloma extranjera aparecida cierto tiempo atrás en tu tejado. O aquel vecino que te la trajo, o aquella señora que se la dio a un amigo, etc....Para nuestros ojos, aquellas situaciones eran muy bien recibidas. Tiempos donde existían notables diferencias entre los animales que poseíamos y las palomas belgas, por ejemplo. Había algo de mitómano, pero mucho de real.  Todo ello fue cambiando con el devenir de los años. Las grandes sumas de dinero siguen gestándose y gastándose allí. Su colombofília continua siendo mucho más numerosa y sobre todo, son y serán la colombofília de referencia a pesar de las dificultades que todos padecemos como integrantes de esta gran familia llamada colombofília.  Aspectos como el flujo de visitas a esos países, las nuevas tecnologías, y el paso de los años, han equilibrado el asunto. No tengo la menor duda.

En mis primeros pasitos como  colombófilo, todavía daba algún coletazo la descendencia de una pareja de Martha Van Geel, que mi club le había comprado en la década de los 90. Cada año se  criaban  un número de pichones  y  se repartían entre sus socios según sorteo. Creo, y no lo podría asegurar, pues para mi no son recuerdos, sino palabras que llegaron a mis oídos, pero como os comento, creo que cuando todos los socios tuvieron su pichón, la pareja fue vendida fuera de la isla.
Este singular hecho, adquirir una pareja como club, hoy sería impensable. Habrán transcurrido algo más de 20 años de aquello, pero son tantas cosas las que han sucedido desde entonces, que siendo honesto, un hecho como el narrado, al menos para mi, sería hoy sorprendente. Eso nos da una idea de la evolución que nuestra colombofília ha sufrido en un par de décadas.
También hay que entender que por aquellos años, aunque la diferencia era real, nada de lo que se traía a la isla funcionaba. No lo hacía porque las dificultades de volar en Menorca hasta no hace mucho eran terribles. Nada funcionaba con un criterio lógico. El mar lo tragaba todo.

Tuve el placer de conocer a Martha en el año 2009 en un viaje que para mi fue irrepetible por muchas circunstancias. Cuando comencé en la colombofília y leía retales de por aquí y por allá,  me sorprendió encontrar entre las estrellas del firmamento del momento, a una mujer colombófila, más que nada por lo inusual. Con el tiempo conocí su historia. Hoy os acerco un pedazo de la misma. Que la disfrutéis.
Entrevista que data del año 1987, extraída de la publicación de la revista de la Federación Colombófila Española.







Pabs.