Uno, se sumerge en la lectura del texto y con algo de imaginación puede fácilmente revivir aquellos extraordinarios años.
Siempre hubo un antes y un después. Éste fue el antes, uno glorioso, auténtico, que dejo una huella imborrable en esa extraordinaria colombofília.
Las cosas suceden una vez. Se dieron las circunstancias para esos hechos, o mejor, probablemente se dio la combinación perfecta, los que dirigían esas gestas, eran grandes colombófilos. Esto último, en ocasiones, sucede, y de ahí se suelen gestar cosas muy buenas. Ya sabemos que, lamentablemente, lo contrario, es lo que más suelen ver nuestros ojos. Sea como fuere, sigamos leyéndoles.
PabS.
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