domingo, 17 de diciembre de 2017

Por fin, volando solos!


    Aquella tarde había sido inusitadamente fría. Todo ser viviente se refugiaba entre cuatro paredes buscando una fuente de calor, en mi caso, el de mi apreciada chimenea de campo. De esos finales del día, de un Domingo cualquiera, como el de hoy, pero de ello hace ya cuatro o cinco años.
  La televisión ya había perdido entonces parte de su protagonismo , y uno se dedicaba de lleno a las labores del teclado. Y en esas, conocí a Biel Antich. Se estaba iniciando en el maravilloso mundo colombófilo. Meses después, tras contacto habitual por WhatsApp y algunos emails, vino a Menorca a conocerme, y trajo consigo, en el maletero de su coche, un ramillete de palomas, que en aquel momento poseía, para que le asesorara en sus primeros movimientos, y de paso, les echara un vistazo. Ya sabes, cuando comenzamos,  aparecen palomas de la nada. Y por lo general, esos animales, que nos acompañan en esa fase inicial, en la que más ilusión despierta en nosotros este deporte, por lo general, van desapareciendo con la misma facilidad con la que aparecieron. 
  Un año más tarde, el bueno de Biel, me hizo otra visita, pero esta vez, desayunamos en casa, mesa de campo, sobrasada mallorquina, y como no, no podía faltar el fabuloso pan mallorquín, el auténtico, hecho en horno de leña, como mandan los cánones artesanos.
  En aquellos primeros contactos, sentía en Biel, la misma ilusión que percibo en muchos de los que comienzan con ganas de comerse el mundo. La misma, que un día yo mismo también tuve. Pasamos una extraordinaria jornada colombófila. En aquella visita, Biel se llevo una jaula con unas 5 parejas, que a la postre darían un enorme salto de calidad en los animales que manejaba, y le ayudarían decisivamente en lo que aún, estaba por llegar. 
  Tras temporada y media de contacto con las plumas mensajeras, con ese nuevo pasatiempos, que cuando te lo presentan, en ese saludo de manos, en ese primer cara a cara, podría parecer álgebra, o física cuántica, Biel y sus resultados, explotaron, con dos temporadas simplemente  para enmarcar, donde lo ganó todo a nivel social, dos ejercicios seguidos campeón absoluto social, marcando de Marbella, Ayamonte, y codeándose, a pesar de ser un recién llegado, con la flor y nata de la colombófila mallorquina, pero sobre todo, dejando con la boca abierta a muchos de sus rivales.  Biel, sí, un tipo, con el tiempo justo, por no llamarle, el hombre sin tiempo, demostraba, que con excelsa organización, buenas palomas, y una ilusión bárbara, no hacia falta llevar en el oficio dos o tres décadas. Una cura de humildad para muchos, y fuente de inspiración para otros, para los que no llevan la palabra prejuicios  escrita en la frente.

 Y pasó el tiempo. Una mañana, algún tiempo después, aquella magia que había acompañado a nuestro Biel durante el último lustro, y que le había hecho diferente, desapareció. Se había despedido la noche anterior,  sin avisar. Al levantarse, Biel, sintió que todo se había acabado. Sin rastro de la misma, no encontró dónde vestirse. 
La ilusión, que durante tanto tiempo le había ayudado a superar todas las dificultades con las que se había encontrado, ya no estaba entre aquellas cuatro paredes. Sintió que era el momento. Y así fue, como perdimos a otro colombófilo, a uno, que si hubiera estado más entre nosotros, sin duda, habría dejado en sus rivales, una impronta imborrable. No es que no la dejara, sino que ésta, habría sido, todavía mayor si cabe.

  La colombófila exige muchos sacrificios, que inicialmente se ven rebozados con ilusión y ganas de volar palomas, pero que con el tiempo, nos muestran la otra cara, una que somos incapaces de detectar  al principio, cegados en nuestro nuevo descubrimiento, pero que estuvo allí desde el primer instante.

No tengo ninguna duda, llegara un día, en el que algunos, también se levantaran una mañana cualquiera, y se preguntaran, en un simulado examen de conciencia: ¿Qué hemos hecho mal?. 
Clubs medio vacíos, camiones a medio llenar, entregas de premios que parecen más un funeral que una fiesta, reuniones de clubs, donde cuesta encontrar otros dos ojos como los tuyos, etc. ¿Qué hemos hecho mal?. Mucho y poco, y casi todo mal.

  En mi club, somos tres que dejamos de volar en él este año, más otras tres bajas más los últimas tres temporadas, pero es que, echo un vistazo a mi alrededor, y veo casos como el nuestro, como el de Biel, como el de muchos otros. Todos ellos, aquí, cerca o lejos, con raíces y tallos diferentes, pero sin hojas. Bajas al fin y al cabo, y es algo que me entristece enormemente. Y lo hace, porque yo amo a la colombofilia. Me cuesta entender la vida sin ella. Ésta me ha generado mil momentos,  amigos, y otras clase de relaciones menos fructíferas, por bautizarlas de algún modo, pero jamás me alegraré de la baja de ningún socio. Lamentablemente, no todo el mundo piensa igual. Incluso algunos ven en ello, la gran oportunidad de hacerse más fuertes. Mentiría si no dijera que me dan lástima.

 Hay muchas razones, no sólo una, en la baja de un socio cualquiera, pero cada una de esas nuevas ausencias, es una pérdida irreparable, en una especie, el colombófilo, en grave peligro de extinción. 
Sería injusto. No, no podemos responsabilizar a determinadas personas, por mal que nos caigan, de todos los males que azotan a la colombófila, como deporte social, pero si echarles en cara, que pusieron todo de su parte, para que otras abandonaran este apasionado deporte. 
 Llegara un día en el que ese tipo de colombófilos, causantes de la pérdida de ilusión de muchas de sus víctimas, por fin, habrán logrado su objetivo, su preciado botín estará a salvo, por fin, podrán volar sólos



PabS.

2 comentarios:

  1. Una verdad como un templo por cierto en la foto que encabeza el artículo veo un grupo de Buenos y conocidos amigos

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  2. Sin duda es la realidad pero yo no pienso darle ese gusto de volar solos con migo tiene que aguantar porque no pienso dejar de competir pese a todas las dificultades y contratiempos que aparecen aquí tanto mis palomas como yo tenemos prohibido rendirnos esto es para siempre.Un saludo y recuerden que de los cobarde nunca se a escrito nada

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