jueves, 17 de mayo de 2018

Jaime Cañellas Bibiloni, un mallorquín en Puerto Rico, 1962.


   Leyendo este artículo, recuperado, de mi cada vez más copiosa biblioteca, uno se percata de que la colombofilia con el devenir de las décadas, se ha convertido en otra cosa. Hubo un tiempo en el que la oferta de ocio no era tan brutalmente abrumadora como en nuestros días, y esto, queramos o no, tiene un peso decisivo en el oscuro futuro que nos espera. No obstante, siempre los hay que en su día tuvieron palomas, y que jamás olvidaron esa impronta que  en ellos dejo ese familiar olor a palomina, o aquella placentera sensación de observar un bando volar a lo lejos. 
  Otros en cambio,  se acercan curiosos, porque siempre tuvieron animales por casa. A todos ellos es a los que debemos dirigir nuestros esfuerzos. Hay una verdadera cantera ahí fuera. ¿De verdad estamos haciendo algo?
  Los hay, que de forma insana y egoísta, sólo piensan en ellos, eliminando rivales, sembrando cizaña, y construyendo mil y un obstáculos, para que los demás acabemos cansándonos. Si siguen así, al final del cuento, sólo volaran ellos. Triste.









PabS.

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