miércoles, 16 de mayo de 2018

Velocidad progresiva de una mensajera, por Rodolfo Bellani.

Los tres tenores.

  No, no podía faltar a su cita. La mesa no estaba completa sin él, y sí, ciertamente, le echábamos de menos. Nuestro eterno Bellani vuelve con fuerza.
  Estas últimas semanas me he percatado que tengo un nuevo vecino. Su nido debe estar situado en alguno de los arbustos que rodean la casa. Y, ¡ ay amigos!, sus conciertos son gloria para mis oídos. Escucharle se transforma en una irresistible música sonora que inunda tus tímpanos y te enamora al instante
Su nombre: Ruiseñor. Un diminuto pero locuaz pajarillo que hace las delicias del vecindario. Se toma tan en serio su trabajo, que por las noches practica hasta altas horas de la madrugada. Sin descanso, como nuestro incombustible Bellani.
 Curiosamente no es un pájaro vistoso, ni agradable a la vista, como otros, verdaderos modelos de la naturaleza, pero pocos, muy pocos, poseen sus atributos: Unas maravillosas y potentes cuerdas vocales. 
Si el ruiseñor fuera paloma, a buen seguro ya lo habríamos  transformado en bonito, porque nuestra naturaleza es "robarle" el sentido a lo que lo tiene. Muy probablemente ya no cantaría, deslumbraría a la vista, y sería la envidia de nuestros vecinos, pero ya no sería un ruiseñor. Sería otra cosa.





PabS.

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