Ya hace casi un mes sin actividad bloguera. Durante la última semana, en varias ocasiones, me he sentado desganado delante de la pantalla de mi portátil, pero mis dedos parecían inertes, como si las ganas de seguir compartiendo se hubieran esfumado por algún rincón. Coordinarlos y ponerlos de acuerdo de nuevo, ha sido un suplicio. En cierto modo, he tenido que negociar con ellos. Y los puñeteros, son jodidos de convencer. No, no estaban conectados al que manda.
Casi un mes sin escribir, y sigo igual, sin fuerzas, pero hoy, he querido hacer un pequeño esfuerzo y "tocar" algunas notas, para ver que tal suena. Tócala otra vez, Sam.
La colombofília es realmente hermosa, llena de emociones y situaciones de todo tipo. Luego, el verano, te ayuda a olvidar las mil y una trastadas, decepciones, instantes mágicos o amargos, o quizá aquello que pareció y nunca llegó a ser, o por qué no, aquel inolvidable fin de semana que tan poco pudiste disfrutar, y en esas, uno vuelve a retomar fuerzas y nuevos bríos, tan sólo, unos pocos meses después.
La maquinaria de hacer pichones no cesa, y una vez ésta se pone en marcha, se nos hace, todavía si cabe, mas complejo tomar decisiones drásticas. ¿Decisiones drásticas?, pero ¿por qué? No hay uno sólo, ese es el problema. Estamos rodeados de problemas con nombres y apellidos, a los que o extirpamos, o este magnífico juego se va a la mierda. Lo veo por todas partes. Tenemos un grave problema, y generalmente preferimos mirar a un costado.
Aquellos, los que hacen de cualquier cosa un gran problema, los que quieren mandar constantemente sobre los demás, a pesar de que la afición no tiene dueño, los que generan cizañas con mayor facilidad que Messi dejando atrás rivales a su paso, los que están siempre más preocupados del vecino que de sus propias palomas, los que pagan las miserias de sus infelices día a día con los compañeros de afición, los que te tocan los huevos sin tocártelos, los que harían cualquier cosa por un trofeo, dejando el oscuro deseo de Cristiano en un mero capricho, y así un larguísimo etc.
Pues sí, prefiero los que comparten, aunque lo hagan en una conversación colombofília disfrutando de una refrescante cerveza fría, los que generan ilusión, los que te abren los ojos, los que te contagian, o los que te hacen ver que hay algo más de lo que tus ojos ven, los que te demuestran que la mayoría no siempre lleva razón, ...a todos ellos, ...¡estoy de vuelta!.
Antes de despedirme (ya tengo agujetas), me gustaría dejaros un video, correspondiente al Grand national celebrado el pasado mes de Abril. Ya sabéis, nuestro hermano rico, tiene muchas similitudes con nuestras palomas.
La carrera se prolongó durante algo menos de diez mágicos y aconjonantes minutos. Os la recomiendo. Ya en alguna ocasión, os he hablado de caballos ilustres, de animales de otro planeta, pero que nacieron sorprendentemente en este. Hoy, quería compartir este video que mi amigo Eloy me mandó el mismo día de la carrera, pero que no había podido compartirlo hasta que encontré algo de fuerzas para demostrarle a mis dedos, que si uno quiere, se puede.
Dos reflexiones finales y el video. El final de la carrera es apoteósico. Donde demuestra, que a veces uno puede hacer ganar al caballo, que quizá, no iba a ganar (opinión). Y lo más importante, esta carrera, llena de obstáculos, pone de manifiesto la resistencia de estos espectaculares animales. Están hechos de otra pasta, como las nuestras, las buenas, las que lo demuestran en carreras épicas para el recuerdo.
Puedo imaginarme, en un improvisado juego, si en la carrera del video, redujéramos los obstáculos a la mitad. Sería como una suelta de gran fondo, con un gran viento de cola. Manipulada. No, no sería lo mismo, y muy probablemente no ganarían los mismos, y claro está, llegarían a la meta, muchísimos más caballos.
La carrera, los lleva al límite, y eso es lo que conduce a la gloria a los vencedores. Untarlo con mantequilla, le confiere otro sabor, que a mi personalmente, me desagrada. Cuestión de gustos.
Saludos.
PabS.
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