domingo, 11 de marzo de 2018

Un gran día de colombofília en estado puro. Formentera y Torrevieja.


   
(La temporada que volé con los mallorquines desde la isla de Menorca)

 Amaneció con otro rostro. Los últimos días, una inquietante y espesa niebla había cubierto con un molesto manto gran parte del  archipiélago. La falta de visibilidad, junto con las noches de cesta y el propio mar, pueden llegar a conjugar un peligroso cóctel para nuestras palomas, pero mi realidad, la mía, es que estoy ávido de situaciones nuevas, un poco con el "mono" de alguien que necesita salir de su zona de confort, de situaciones previsibles, de una colombofília aburrida que me ha robado en los últimos años, fines de semana de emociones. Y todo ello, me tiene activado, como hacia tiempo que no me sucedía.
   Me entusiasman esos sábados de Marzo, donde la temperatura adivina cambios futuros. El ruido de las desbrozadoras de los vecinos "cantando" a lo lejos, las primeras flores silvestres floreciendo a lo largo y ancho de los distintos caminos que riegan mi casa, ese majestuoso Alimoche bostezando desde las alturas. ¡Qué gozada vivir en el paraíso! 
  Con este atractivo cuadro me levanté ayer Sábado, con mi café, uno recién hecho, sabedor que ese día había suelta, y que todo el esfuerzo de llevarlas tú mismo a Mallorca, había merecido la pena de algún modo. Todos sabemos que para un colombófilo, el día que hay carrera, el mundo deja de girar por unas horas. Amanece diferente.
Centrémonos en el asunto. Tocaba Formentera (275 km), y pisar por primera vez península con los mallorquines, en concreto desde Torrevieja (475km).
Las de Formentera iban por primera vez, las de Torrevieja, en cambio, eran las supervivientes del Formentera de hacía 15 días. Envié 27 a Formentera y 46 a Torrevieja.
El desarrollo de la suelta fue parecido. Primeras palomas cantadas por los compañeros, no ya sólo desde Formentera, sino también de Torrevieja, y mi espera tuvo que prolongarse por más de dos horas hasta que tuve la fortuna de ver aparecer las tres primeras. Poco más de tres horas para cubrir 275 km, pero el desarrollo fue exacto al de 15 días atrás. Formentera volado de este modo, es mi particular filtro. Aquí se produce una criba que luego da o puede dar réditos. Mis Ibizas, como tales, son cosa del pasado. Estos Formenteras se convierten en sueltas de picadas de palomas todo el día.


Primeras de Formentera 
Las palomas iban muy bien preparadas, pero el reto de acompañar a otras que no se dirigen al mismo lugar que las tuyas, con el famoso arrastre, sube la dificultad varios escalones. Era muy consciente de ello cuando decidí volar de esta forma, pero cuando llega el momento de experimentarlo y vivirlo, es cuando compruebas  lo que ello supone. Mi confianza era máxima porque sé en qué punto se encuentran. Su vuelo, su actitud, poco a poco van susurrándote esa información. El buen colombófilo el día del enjaule lo sabe. No hay magia, y si mucho trabajo, el de cada temporada , y el de años puliendo la misma línea de palomas.
A diferencia de la vez anterior, donde el Formentera para los mallorquines fue un paseo, y para mi una angustia, en esta ocasión en Mallorca no estaba siendo un plato de buen gusto, y también lo noté en el desarrollo de la carrera. El goteo fue constante desde las primeras llegadas. La cosa acabo con un 17/27 en el día.

  En la suelta de Torrevieja, sobre las 14:30 recibo las primeras, la verdad, es que me pilló haciendo la comida, así que por un mísero instante, entre fogonazo y fogonazo, no las pude ver llegar. Había 8 en el palomar. Llegaron rápido a unos 1400 mm, pero el desarrollo de la suelta de Torrevieja en la isla vecina, a pesar de que no era el día típico de viento a favor, fue el que describo en ambas sueltas. Uno grupo rápido se destacó, y luego poco o nada. 
  En cambio  la suelta de Torrevieja para mi fue diferente, porque la criba había sido muy enérgica en la suelta anterior. Estaba convencido del estado de forma de mis palomas, y la selección ya había dejado en su mayoría buenas animales. Su preparación y la criba  provoco un goteo  todo el día. Cada media hora llegaba una paloma, ya fuere de Formentera o de Torrevieja, así hasta que el día dejo de ser día, y se convirtió en noche. Acabé con un 28 de 46 de Torrevieja. Un 60% para un 480 km y de la forma que se había producido me dejaba más que satisfecho.


Otras dos...


  Para poner el resultado en un contexto adecuado, hay que tener en cuenta que en Mallorca, de la suelta de Torrevieja, pasaron pocas palomas por la tarde, en cambio, yo viví una de esas jornadas épicas de lluvia de palomas. Colombofília en estado puro.

Debo añadir que mis compañeros en Menorca  habían soltado el mismo día de Calpe (390km) y Baza(640km). El Calpe, por lo que cuentan,  se marcaron unas 30 palomas. De Baza sólo llego una paloma en el mismo día de la suelta, la de mi amigo Pepe de Ciudadela. Un gran bravo para él. 
A esta hora de la noche del segundo día de Baza, hay sólo dos en Mahón y unas cuatro en Ciudadela. Resulta curioso como se están cambiando los papeles. Buena suelta para los compañeros de Ciudadela porque enviaron muchas menos.

  En esos parámetros, esas 28, superaban, el récord de la isla de 15 palomas marcadas de un 500 km, que también obra en mi poder desde el año  2012, y se queda cerca del absoluto en una única suelta desde la península, que también me pertenece, con 34/41, del año pasado desde Calpe.
Si hace dos años fui capaz de un 19/26 desde Baza (650km), récord también en la distancia, tenía asumido que de un 500 km, la cifra debería ser más elevada, pero llegar a ese número de palomas en las condiciones en las que me veo obligado a volar en la actualidad, eleva, más aún si cabe, el enorme mérito de estos extraordinarios animales. El % es ligeramente inferior, pero estas 28 tienen, para mi, más mérito que las 15 de Alcantarilla o las 34 de Calpe del año anterior, incluso las 19 de Baza del 2015.


  No obstante esa cifra de 28 era  provisional. Amaneció el Domingo, pero lo hizo algo enfadado, la jornada comenzó sucia, algo triste, en poco o nada se parecía al día anterior, pero adoro estas segundas oportunidades.  De hecho, no hay reloj de por medio en mi caso, pero me sigue costando conciliar el sueño. Buena señal.
En cuanto comenzó a adivinarse los primeros rayos de sol entre tanta nube, apareció la primera paloma de Torrevieja. La número 29, y casi media hora después la número 30. Por la tarde llegaron dos mas, para finalizar con un 32 de 46, a tan sólo dos del récord. Un 70% en toda regla. ¡Magnífico!
De la suelta de Formentera llegó una por la mañana, y dos juntas después de comer para un total 20 de 26, un 76%.

Estas palomas batallaron muchas horas de vuelo porque lo llevan dentro, y porque su preparación era la correcta. Echando un ojo a los % de recepción de muchos clubs de Mallorca en la suelta de Torrevieja en la que participé, arrojan porcentajes tales del 38%, 46%, 26%, 58%, etc y en uno de los Clubs más potentes de la isla como el de Santany, un 69%.  No se trata de comparar, porque no es el caso, pero teniendo unos 130 km más de media, un salto de mar, y siendo mis palomas las únicas que deben separarse del resto en algún momento determinado de la carrera, el resultado me parece simplemente acojonante. Si además, tenemos en cuenta que mis paisanos menorquines soltaron y el día no fue sencillo....
No, no es prepotencia, ni historias, ni nada parecido, es orgullo, trabajo y ganas de superarme.
Mis números cuando vuelo en Menorca pueden llegar a parecer normales, por usuales, pero entrañan una dificultad mayúscula, por repetidos año tras año, porque no desaparecen jamás, y sobre todo, porque difícilmente son seguidos por nadie.

Y como telón de fondo, cansancio, mucho cansancio. No hay campeonatos de por medio, no hay ese estrés competitivo que nos activa, pero mi energía, tras dos días de suelta seguidos, como cualquier colombófilo que se precie, se funde literalmente. En ese avance de las manecillas del reloj, uno acaba vacío.
Muy satisfecho de haber vivido una gran jornada colombófila.



PabS. 


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