La colombofilia marítima exige mucho a colombófilo y paloma. Siempre me he expresado en lo mismos términos. Los buenos colombófilos, me es indiferente si vuelan en tierra, mar o montaña o donde sea, en el inmenso mar azul, con los ajustes pertinentes alcanzarían su nivel. Se darían cuenta de que muchas de las palomas que hoy les sirven , aquí ya no regresarían, pero como estamos hablando de grandes colombófilos, gente lógica y capaz, se adaptarían al juego, al nuevo medio, y a las nuevas dificultades añadidas. Deberían superarse asi mismos como colombófilos, exigirse más de lo que hacían hasta ahora, salir de esa zona de confort cimentada en décadas de acomodo, pero no tengo ninguna duda de que sus triunfos llegarían.
El problema lo tienen los colombófilos medios, y creo que es aquí donde si se generarían grandes diferencias. El colombófilo medio, y entiéndase como tal a áquel que en los grandes fondos marítimos encuentra dificultades para marcar alguna paloma, no tendría semejante panorama si volará en tierra. Y en cambio colombófilos terrestres, alguno de los cuales con muy poco sacan pecho, aquí experimentarían una sensación jamás vivida antes por ellos.
Muchas veces el desarrollo de una prueba marítima no tiene grandes diferencias con una terrestre. Los grandes problemas vienen generados por el resto del bando que sigue a áquel, que es el que llega en tiempo y forma y que la mayoría de veces está formado por cuatro valientes.
Cambiando de tercio y en relación con la capacidad de sufrimiento o no de las palomas os cuento una express.
Ayer me comenta Toni Salord (Ciudadela) que le acababa de regresar, después de un año una paloma que le regalé hace dos veranos. Y lo interesante, la paloma fue dada por desaparecida en la suelta reina de Marbella del año pasado.
La realidad es que nunca sabes la verdadera historia del final de una paloma, lo mal que lo paso, o si simplemente fue hecha prisionera muy cerca de sus aposentos. No, nunca lo sabremos, pero lo que es innegable es que la paloma llegó a su casa aunque tardo casi un año en recorrer los 850 km que separan Marbella de Ciudadela. ¡Bravo por la paloma!. No todas son capaces de eso. A eso le llamo yo una verdadera superviviente.
Para finalizar que es lo importante, os dejo con un interesante artículo del año 1975 de Willy Grunberg (traducido por Torrens-Pons).
Os habréis cuestionado más de una vez el tema de las ondulaciones en las plumas. Como veis, ya en aquella época los colombófilos tenían su particular opinión al respecto.
Pabs.