La colombofília es en esencia RETO, uno con mayúsculas. Primero con nosotros mismos, pero también con el medio en el que practicamos nuestra afición.
Sólo así se puede concebir este maravilloso deporte.
Hoy os acerco un bonito relato de una paloma llamada Tan-Tan, que hizo historia en la preciosa isla de La Palma allá por el año 1994.
El texto es de Ale de Las Palmas de Gran Canaria. Espero que lo disfrutéis como yo lo he hecho. Con él nos trasladamos a ese 1994 donde algo que no había sucedió jamás por fin tuvo lugar.
Situemos la historia. Año 1994. La primera paloma que entró en la isla de La Palma en el mismo día de la suelta
pertenece al colombófilo llamado Julio Hernández Samblás, gran amigo por otra parte de mi
padre colombófilo (qepd) Miguel Sanjuán Martín.
El palomo de Julio llamado Tan-tan, 284.210-92 voló en el día los 670 km que separan Tan-tan de La Palma. Ello sucedió hace ya más de veinte años, en aquel inolvidable 94.
Aquel ejemplar era una hembra bronceada, y seguramente fuera un fabry, de la raza de un palomero también de Madrid, don Gregorio Chueca Martín.
Las sueltas desde el continente africano a La Palma por darse en
distinto continente, África (Marruecos), tienen una duración de 5 días.
Julio, orgulloso, envió su palomo. Bien preparado, y con las esperanzas puestas en su regreso.
Siempre que enjaulaba para citas de semejante enjundia había algún amigo, como mi "padre", que le podía decir que no
mandase alguna paloma determinada, que la iba a perder seguro, y que se
lo compraban. Esto nos da una medida real de su forma de pensar.
Y Julio que es una persona desde siempre
marcial, con las ideas muy claras, le molestaba que le ofrecieran dinero por una paloma, 300
euros, lo que eran 50.000 pesetas de aquellas época.
¿Para que quiero las palomas, Miguel?, ¿No las tendré para viajarlas?. A mi me gusta viajar. Si no las viajó las quito. ¿Para qué las quiero? No me ofendas con tu dinero. Yo la mando. Si viene come en casa y si no viene no les doy de comer a palomas gandulas.
Y el palomo fue encestado. Y sin saberlo en ese instante, aquella paloma iba a entrar en la historia de la colombofilia palmera. Quedando registrado en el periódico de la época.
Los que conocemos extraoficialmente la historia de Tantán, nos
reímos y pasamos un buen rato en la sociedad escuchando la historia de
boniato.
En La Palma se denomina boniato a las batatas, un tubérculo parecido a la patata, pero mas grande.
En la época que Julito mandó su palomo, él era joven, y trabajaba. Repartía en un camión algo que no recuerdo que podía ser. No sé si era agua, cerveza Dorada o bombonas de gas. Cualquier cosa podría ser. Y Julio estaba fuerte como un roquete. Era un trabajador duro. Muy potente. El día de la suelta Julio trabajaba.
Podría ser fácilmente que la suelta fuera un jueves o un viernes. O
un miércoles, para cerrar el concurso un domingo y estar en el fin de
semana entretenidos en los palomares.
Julio nos contaba que ese día estaba nervioso. Empezó a trabajar bien, pero a la hora de al mediodía ya estaba descompuesto.
Nos dice que ese día si su jefe lo hubiera estado siguiendo lo habría despedido sin dudarlo.
Comenzó el reparto bien, pero desde la hora de el mediodía ya estaba nervioso. Y se salía de la ruta del reparto.
Julio repartía por una zona, y al trasladarse a otro barrio, salía
con el camión a la casa. Subía a ver al palomar. Y vuelta al camión y a
otro reparto.
Desde al mediodía hasta que hizo el último reparto Julio no sabría
decir la de veces que se salió de la ruta para ir a ver sus
palomas (¿Quién no lo ha hecho?).
Terminado el trabajo, cansado y sudoroso como siempre, se dirigió derecho al palomar, pasando por la casa como el aire al palomar. Ni familia ni nada. Directo al palomar.
Le avisaron para comer y almorzando lo paso mal. Pendiente del palomar. Subía, bajaba a la casa, se duchaba. Subía al palomar.
Bajaba, no podía descansar. Julio era un manojo de nervios. Tenía que estar en el palomar, esperando a su paloma.
Por la tarde llegaron unos amigos. Si no recuerdo mal, tres.
Buenos amigos de Julio, jóvenes como él, y también conocedores de la afición de Julio.
Le fueron a molestar y a saludarle. Habían acordado salir a una
verbena, un baile de esos de plaza, música y bochinches. Y
pasaron por la casa, para recordarle que esa noche había que salir a
pasarlo bien en Breña baja. Aclaro que Santa Cruz de La Palma está limítrofe con Breña alta.
Uno de los amigos subió a verificar el palomar. Parece que conocía al palomo que se esperaba.
Julio en su casa decía que el no salía si el palomo no llegaba.
Los amigos se reían y le tenían ese cuidado a Julio porque su carácter era de embestida.
Le decían a Julio que la paloma de noche no iba a volar. Qué ellos pasaban a buscarlo.
Julio los despidió diciéndoles que por allí no volvieran. Si el
palomo no venia, él no tenía ganas de salir de fiesta ni de nada parecido. Se
quedaba en casa a descansar.
Aquella paloma tenía que llegar y él la iba a
esperar. Como si tenía que poner el bombillo de la azotea encendido toda
la noche.
Y los amigos se fueron de allí. Pensando pasar mas tarde. A buscar al amigo y convencerlo de salir a beber y pasar una noche divertida.
Julio atendiendo a sus palomas. Les puso de comer. Agua limpia. Y se quedó observándolas orgulloso. Allí estaban los fantásticos padres de su palomo. Hermanas. Eran innegociables. Lo mejor. Altísimas calidades.
Las palomas de Julio estaban tan bien cuidadas como mano dura recibían. Y aquel palomo tenía que llegar.
Su palomo no podía fallar.
Bajó Julio a su casa, y se dio una ducha. Otra más. Por lo que pudiera pasar. La ducha de un paso de aguas para subir al palomar!!!
Se hacia de noche ya. Todo se iba volviendo en brumas y nubes
grisáceas a oscuridades. Malo. Julio tenía encendido el bombillo
¿Dónde
estás?, se preguntaba el amigo Julio.
Estaba preparado, bien alimentado, bien entrenado. Con
resistencia para llegar tan rápido como se alejase del punto de suelta
estaría más cerca de su casa. Y antes de que se rindiera o se cansase,
tenía que llegar a su casa. A comer y descansar.
Pero no llegaba. Transcurrían las horas. las manecillas del reloj avanzaban ese día más rápido que de costumbre. Y la paloma no llegaba. ¿Dónde están esas palomas?
Entraba Julio y salía del palomar. Comprobando que las palomas
hubieran bebido agua, saciadas de comida, y buscarán sus posaderos para
dormir.
Y estando dentro del palomar, sintió un ruido sobre el techo. Ya
estaba. O era un gato o un bicho que caminase o una paloma que se
hubiera posado.
Julio salió a mirar. Y ... ohhhhhhh, estaba sobre el techo. Tan-tán estaba sobre el tejado. ¡¡Llegó!!. Y a su llamada, como Julio la tenía enseñada, para la tabla, al buzón y dentro.
Julio la cogió. En el suelo, casi ni se veía. Y le quitó el rossor. Lo metió en la cápsula y al comprobador. ¡¡¡¡¡Hecho!!!!!
Julio se sentó fuera del palomar. Satisfecho. Lleno por dentro. De noche cerrada ya no se veía a metros del palomar casi nada.
Las lámparas amarillas de las casas de los lados. Las farolas de
las casas, tipo poste, iluminando la calle, la carretera de su casa.
Julio estaba en otro mundo. Muy cerca pero al mismo tiempo a años luz de aquella silla.
Tan-tán bebió su agua preparada. No sé si tenía electrólitos. O miel y algo de recuperador natural, té, cosas de antes. Ya saben.
Aquella paloma ejemplar, imponente, del mismo carácter y temperamento
de su amo se puso a comer. Su comida de campeón. Limpia y brillante.
Dietética con algo de sport. Lo que quisiera comer.
Algo comió. Y Julio en la oscuridad se sentó porque le
embargaba una indescriptible alegría. Una emoción muy grande
Un sentimiento que no podía
explicar aunque hubiese querido.
Bajó a su casa cómo levitando. Cenó también algo y se dispuso a descansar. ¡¡¡Qué va!!!, ¡¡¡No podía ser!!!
A la azotea a ver a la paloma. ¿Llegó de veras?. Estaba en su posadero. Reposando. Encorvado. Casi erizado. Ya se disponía a descansar, en casa!!!!
Pero Julio le tenía algo preparado. Una improvisación sobre la marcha.
Lo cogió y comprobó el buche. Lleno. Agua y comida. Y lo llevo a un cuarto anexo al palomar. Allí tenía Julio las cestas, cajas, comida, libreta. El store del palomar.
Cogió a la recién bautizada Tan-tán y la coloco con mimo en una caja. Y sobre ella, dispuso un saco
de telas. De esos sacos viejos de hilos de pita, conocidos como sacos
de papas.
La paloma en aquella penumbra, se quedó inmóvil, tranquila. Y allí iba a pasar su noche de victoria.
Ya terminaste lo que tenías que hacer Julio. Ahora si, a disfrutar. Se dijo así mismo nuestro amigo.
Algo más tarde, llegaron sus amigos. ¿Que pasa Julio? ¿Cómo vas?.
Aquí estoy descansando_ les respondió Julio.
¿Estás preparado para salir ya?.
Yo no voy a ninguna parte. Me quedo a descansar, insistió Julio.
Uno de los amigos subió al palomar. El posadero de Tantán estaba vacío. El palomo no estaba por el
palomar. Ni en este lado. Ni en este. No. No esta en el suelo. El palomo
no está.
El amigo bajó. Malo. No está. Hizo una señal. Julio estaba jodido de verdad. Ese palomo no le llegó. Y estas a vareado como un palo.
Julio. Vamos a salir. Te vistes y salimos. Nos tomamos unos botellines de cerveza. Oímos música. Baile y lo pasamos bien.
No_insistió Julio.
¡Julio!. El palomo no vino. Pero mañana seguro que viene. Estará por
ahí cercano. De noche no vuela. ¿Por qué te quieres quedar?
Salimos, lo
pasamos bien y mañana veras que viene.
No. Dije que si ese palomo no venia yo no salía. Y me quedo en mi
casa a descansar. Y váyanse. Me pongo a ver la tele y en un rato me voy a
acostar.
¡Julio!. Si te quedas va a ser peor. Te vas a poner nervioso. En la
cama dando vueltas. Es mejor que salgamos. Lo pasamos bien, nos tomamos
una copa, vienes, te acuestas y el palomo viene mañana o que le den por
culo Julio.
Por no oírles más, y que me dejen tranquilo con la majadería me visto
y salimos ya por que los que me están poniendo malo son ustedes.
¡¡¡Hombre tenemos!!!! Se dijo!!!! Vamos a disfrutar!!!.
Salieron los cuatro amigos de fiesta. Iban a tomar copas y cogieron la guagua, conocida en aquel tiempo como el coche
de hora. Lo que es la guagua o autobús de hoy en día. Y para breña
baja!!! Y a la fiesta, música, baile, cervezas, algún pinchito, o
una tapita de algo de picar y cerveza y vino y música y cerveza y luces
....
Y Julio comienza a sonreír!!!!
¿Ves julio? ¿Y querías quedarte en casa? ¿Jodido y penando en ese palomo y mírate como lo estas pasando de bien?
¿De bien? Y Julio riéndose. Estaba del diez.
Julio tú lo que tienes que hacer es dejar esas palomas. ¡Quitarlas y plantar boniatos!. Así al menos coges algo. Y poner gallinitas, que así comes algún huevo.
Julio se reía, el se partía de risa. Risas , muchas risas, pero él no decía nada.
Tanto bebieron, tanto se dividieron y tan bien se lo pasaron que
llegaron a Breña alta de regreso caminando, porque perdieron el coche
de hora y llegaron a casa cantando por la orilla de la carretera
canciones de borrachos.
En casa, al día siguiente a dormir. Pocas palomas se habían mandado a tantán en una cesta. Nadie decía
nada en días sucesivos.
Aquella suelta había sido un palo. No sabían si se habían
recibido palomas o nadie decía nada. Los habían que eran bastante
discretos y se lo callaban si les llegaba algo.
Por fin llegó el domingo, último día de cierre de concurso y a eso de las 22:00 de la noche estaban todos reunidos en la sociedad.
Habían ido llegando los socios y asiduos un par de horas antes. Que tiempos aquellos en los que la colombofilia se vivía de otra manera.
Dejando los viajeros sus relojes sobre la mesa de la directiva para que
se procediera a comprobarlos, algunos se iban a la barra de la cantina
dentro de la sociedad, otros se sentaban en las sillas, sentados, se
ponían en las mesas a ver la televisión del club y a pasar el rato.
La directiva iba abriendo los relojes y cantando nada.
Vacío, nada, vacío, vacíos...
De pronto un comprobador dijo aquello de "aquí hay un rossor"
¡Julio Hernández Samblás!.
¿Julio, te llegó algo? ¿Qué tienes en el reloj Julio?.
Julio seguía tomando alguna cervecita sin decir nada. Tan sólo esbozaba una leve sonrisa.
¿No dices nada Julio?, le insistían.
Si hay un rossor, miren a ver ustedes que son los que comprueban el relój.
Paloma de Julio Hernández Samblás comprobada el día tal a tal fecha.
Se le queda mirando a Julio uno de los tres amigos y le dice: Julio
¿¿¿Será posible que te había venido el palomo no nos dijiste nada y
nos tenías engañados???
Julio se acercó a la mesa, levantó el brazo con la mano abierta y dando un manotazo sobre la misma gritó con vehemencia :
¿¿¿No decían que no venía el palomo??? No decían que plantara boniatos y que así cogía algo????¡¡¡¡¡Pues toma boniato!!!!!!!
Julio quedo satisfecho con aquellas palabras.
Aquella sociedad se volvió loca gritando, saltando y abrazándose. Felicitaron a Julio. ¡¡¡Había hecho algo histórico!!!
Había entrado en la historia de la colombofilia en La Palma:
La primera paloma en toda la historia de la colombofilia en la Palma que
había llegado en el día desde África!!!!
Al día siguiente o esa misma noche, no lo recuerdo a ciencia cierta, y como era de rigor por aquellos años se llamó a la prensa y se publicó en el periódico local.
Julio Hernández Samblás primer colombófilo en comprobar una paloma
en el día desde la costa de Marruecos (África) a La Palma Así amaneció la prensa aquel día.
Esta es la historia que le contaron al amigo Ale siendo él un crio. El tiempo borra muchas cosas, a veces incluso hasta la memoria, la del narrador y la de los oyentes. No obstante Ale con textos en la mano y a posteriori, descubrió que efectivamente aquella paloma hizo historia siendo la primera en todo el universo palmero en comprobarse en el mismo día de la suelta desde África.
Ya antes se ha habían comprobado palomas desde Africa pero no en el día. De hecho la primera paloma comprobada de Africa en La Palma es de Don Javier Carrillo en los años sesenta, siendo también Javier el primero en hacerlo asimismo desde la localidad de Ifni.
Lo que no cuenta el relato, es que de aquella suelta no sólo arribo Tan-tán sino que lo hicieron también 6 palomas más, cinco de ellas en el día y otra más al día siguiente. En cualquier caso aquella bronceada 284.210-92 de Julio fue la primera en hacerlo en el mismo día de la suelta, y como tal quedó inscrita en la historia Palmera.
Ale tras narrar el relato rasco en el pasado y descubrió que lo que le contaron aquella entrañable tarde era real, pero obviaron parte de lo que sucedió.
De cualquiera manera, Ale se alegra del éxito de este amigo, al que siendo un niño le regalaron los oídos.
Ya habiendo pasado tantos años, al descubrir la verdadera historia, se sigue alegrando de la victoria de este amigo colombófilo, y es consciente de que la realidad supera a la ficción.
(Relato de Ale de Las Palmas de Gran Canaria).
Pabs.