Tras un breve paréntesis de diez días volvemos al lío. ¿El título del post?. Simplemente lo clava. Funcionamos así. La puerta que conduce al éxito colombófilo esta ahí, tan sólo hay que abrirla, pero sorprendentemente muchos prefieren mover la manivela del mismo portón una y otra vez...
Esto podría ser aplicable a mil situaciones. Estamos programados para actuar según la ruta prevista y somos tremendamente perezosos como para salirnos del guión. ¡Error!.
He aprovechado estos días para reflexionar más que de costumbre. Últimamente han tenido lugar ciertos acontecimientos merecedores de al menos una respuesta por mi parte, y tengo la pluma cargada, pero, desaparecieron, por el momento, las ganas de usarla. Si me animo, esta vez seré muy contundente, con ojos y cara que identificar.
En ese reflexionar he llegado a la conclusión que me he equivocado de público. Ves lo que el colombófilo hace a sus palomas, y se te cae el mundo encima. ¿Será posible que seamos tan necios, tan ignorantes?, ¿de veras somos así?, ¿se trata quizá de un postureo?. Observas atónito como los que dirigen son generalmente los que menos saben de esto, y te cuestionas ¿pero como diantres llegaron a acomodar sus nalgas en ese sillón?. Mucho de que hablar.
Leía el otro día una entrevista al neurocientífico argentino MARIANO SIGMAN, hablándonos de uno de los hallazgos de la neurociencia, concretamente nuestra inclinación a rechazar o a juzgar de forma negativa a los que consideramos diferentes.
Decía lo siguiente: "La evidencia nos muestra que juzgamos distinto a quienes consideramos diferentes desde el día en que nacemos. Un chico reacciona de manera muy distinta a un acento que le es conocido que a uno que le es extraño o a rasgos faciales familiares o distintos. Pero también un juez. Sabemos que dictan sentencias distintas según la cara del acusado o de la víctima. Una persona es mala si hace cosas malas, no por tener cara de mala, sin embargo, todos vemos una película y sabemos quién es el malo por la cara. Todos tenemos prejuicios sobre cómo creemos que es la bondad".
La colombófila no es una excepción. Doy fe de ello. La gente se mueve por prejuicios y patrones preestablecidos. Hablan de faltas de respeto sin conocer su significado. Juzgan y critican precisamente lo que ellos son. Tanta incongruencia me desvela.
No seré yo el que abra la misma puerta de cada año. Llevo preparándome desde hace tiempo para ejercer otro tipo de colombófila. Si ello exige ciertos sacrificios, estoy dispuesto a asumirlos, pero tengo muy claro que voy a practicar mi colombófila, no la de los demás. Si ello implica dejar de volar algún año o volar sólo 30 palomas otro, lo haré sin contemplaciones, en la misma medida que selecciono mis pichones.
Los campeonatos son la salsa de esto, hasta ahí de acuerdo, pero también nuestro CANCER. No, ya no me seducen, están politizados, muchísimos intereses detrás. Son la gran farsa y son manifiestamente mejorables.
En lo personal procuro no moverme en función de por dónde sople el viento. Lo afirmo, con o sin viento. Este año un virus me reventó toda la temporada, una que tenía visos de excelsa, y se quedó en una para olvidar. A nivel nacional echando un ojo a la anquilosada web de la Federación, leo que he quedado 3º en el Campeonato nacional de medio fondo, 3º en el Campeonato nacional de seguridad, y 3º en la Copa de su majestad el Rey. Con estos son ya 22 distinciones nacionales las que presenta mi curriculum. Resulta bonito leerlo, pero significan poco o nada para mi. Sería un interesante debate su desarrollo.
¿Por qué? Porque me aburren. Me aburre aquello que no entiendo o que me parece incomprensible o manifiestamente injusto.
Para no ser yo el que os aburra, os dejo con dos consejos de Bellani. Los dos muy buenos.
PabS.